
(Des)iguales
Uno de los rasgos del totalitarismo de estado es la necesidad de igualar a los individuos intentando desterrar sus particularidades. El molde del ciudadano modelo es perfecto e incuestionable porque lo dice ¿quién? Todos, repite una y otra vez el Estado, para que nos lo creamos, pero en realidad sólo él tiene poder para definir el proyecto de hombre nuevo que una sociedad igualitaria necesita.
Si te sales de la norma eres el producto defectuoso de la fábrica. Una deshonra que esconder. Un ser disfuncional que no nos representa. Así te tratan los regímenes totalitarios cuando te desmarcas de la masa. Te excluyen, ningunean, te apartan de esa muchedumbre construida según el manual.
La única igualdad que han conseguido los sistemas políticos totalitarios es igualar en la miseria y la falta de derechos. Pero no han podido calar en el pensamiento lo suficiente como para exterminar de raíz el deseo de disentir. Por más que nos hayan hecho repetir desde niños: «Pioneros por el comunismo, seremos como el Che», algunos sabíamos que no queríamos ser como ese argentino, y más tarde muchos descubriríamos, destapando esa parte de la Historia que nos ocultaron, que era un asesino, y que destruyó la economía cubana cuando fue ministro. Que ningún niño, ni cubano ni de ninguna parte del mundo, tendría que tomar de ejemplo a este aventurero matón con ínfulas políticas.
Mea (la) culpa
Yo también llevé una camiseta del Che. Tenía 15 años y no había despertado del letargo político, era moda, como si fuera una estrella de rock. Ignorantes de la ideología, los discursos y las ejecuciones. Ignorantes de un pasado que aun hoy nos pasa factura. Dejé de llevar camisetas del Che años después, nunca milité en la juventud comunista aunque en algunas escuelas es obligatorio, por suerte, en mi época y por ser estudiante de arte, me libré de semejante atropello ideológico. Fui cederista porque lo eres desde antes de la mayoría de edad, hice muchas absurdas guardias del CDR (Cómites de Defensa de la Revolución) vigilando calles vacías y perdiendo el tiempo sólo por no dejar sola a mi madre, que la haría de todos modos, conmigo o sin mí. Pagué el sindicato mientras trabajé para que nunca sirviera de nada. Discutí con mi madre porque no pensábamos igual. Me decepcioné de lo que en un tiempo, esos idílicos ochenta, muchos creímos que era la mejor sociedad posible. Claro, no conocíamos otras y nos creíamos todo lo que nos decían. Íbamos con los mismos zapatos ortopédicos a la primaria y comíamos barras de chocolate que vendían en el Mercado Paralelo. Vivíamos en un mundo paralelo. Hasta que derribaron el muro de Berlín, y el comunismo derivó en escombrera por toda Europa. Dejamos de orbitar alrededor de la URSS y nos sumergimos en la realidad: la desigualdad. Sólo unos pocos privilegiados tienen una vida de beneficios y comodidades, y esos pocos son el poder y sus allegados, funcionarios, diplomáticos, hijos de papá comunista, y otra parte que (sobre)vive con remesas familiares mandadas desde cualquier punto del exilio. Yo no formaba parte de ninguno de los dos grupos.
En una foto de mi infancia, tendría un año quizás o menos, aparezco desnuda sentada sobre la cama matrimonial de mi madre, junto a mí una muñeca con un gran vestido de vuelos, sobre nosotras, dos retratos: Raúl y Fidel. Ambos de rígido verde militar, ambos severos, desde la pared, observando. Siempre que miro la foto imagino mil historias alrededor de esa estancia, no logro comprender cómo podía mi madre dormir con semejantes vigilantes detrás. Lo cierto es, que lejos de ser atípico, hay tanta iconografía política en los hogares cubanos como ausencia de retratos familiares. Quizás hoy mucho menos que antes, pero aún quedan viejas paredes desgastadas con alguna roñosa foto de Castro y alguna triste puerta con el cartel: «Esta es tu casa, Fidel».
Querían que fuéramos cosmonautas, ingenieros, científicos, médicos milagrosos, artistas de renombre mundial, atletas de alto nivel. ¡Viva el mundo de los grandes sueños! Pero el hombre nuevo no es el superhombre. Y sus logros son, realmente, los logros de la patria, es ella o más bien en su nombre, que la dictadura te usurpa tus logros y cualidades. Eres un objeto, un soldado, uno más que tiene que morir por la patria para vivir en la tranquila sombra de no meterse en problemas, de bajar la cabeza, de no salirse del guión. De ser siempre eso: un igual.
Fui una más entre ellos, tuve uniformes, caminé en fila india, no grité más alto que nadie, no dije lo que pensaba en voz alta, me cuidé a mí y de mí, de esa parte de mí que desde adolescente se opuso a creer en sueños falsos. Mi mea culpa es querer salvarme, y que la vida cada día me demuestre, que por mucho que corramos, el pasado es la sombra que sigue nuestros pasos. Mi mea culpa es no olvidar.
El no-lugar
No nos gusta exponer nuestro dolor en la vidriera. No queremos que nos tengan lástima, es un sentimiento bajo, nacido de una compasión bochornosa en la mayoría de los casos. Pero ¿cómo van a entender tu verdad, sin llamarte soberbio, si no están en tu piel, si no conocen la profundidad de tu abismo?
No siento pudor de contar de qué profundidades vengo, de qué infiernos, tengo que exorcizar los recuerdos y no hay mejor modo que las palabras, tengo que explicar por qué no somos iguales. Porque nunca lo seremos. Porque es eso lo mejor que podría pasarnos.
Hay mañanas en que me levanto demasiado sobria, está lloviendo y me enfado porque se me ha mojado la ropa tendida. Hay mañanas muy tristes en que el cielo no acompaña y recuerdo de golpe todo, con el olor del café siento que sólo me pertenece ese instante, absorber ese olor, tomar esa bebida caliente, compartir un cigarro y amarnos. Mi mayor pertenencia soy yo y esa fortaleza del amor que somos Nosotros. No tengo bienes que me ayuden a aguantar esta crisis. Ni ahorros. Ni familiares a los que acudir en este país. Ni permiso de residencia. Si voy a alquilar un piso, aunque tenga con qué pagarlo, no puedo: no-aval, no-nómina, no-NIE, no-nada… Si voy a viajar fuera de España ni me lo planteo. Ni me planteo irme siquiera de Madrid. En La Habana los barrotes eran el mar después del muro del malecón. Aquí es mi ilegalidad, palabra que me hace sentir una fugitiva que no acaba de encontrar la libertad. Una esclava de las circunstancias y los sistemas políticos. No tener estatus legal de residente es una falta administrativa, no un delito, pero nos convierte en no-personas que viven en un no-lugar llamado Exilio. El mío se escribe con E de España.
Soy libre porque sí
Era libre desde Cuba sin saberlo. Eres libre cuando no dejas de soñar, de desear, cuando tu verdad es la raíz que sujeta tu espíritu, cuando no doblegas tu alma ni te resignas. Eres libre cuando eres dueño de tu vida, porque por mucho que nos esclavicen los acontecimientos, tuyo es tu cuerpo y tu mente, nadie debe robarte el derecho a ser tú, sea eso lo que sea, tenemos derecho a la diferencia.
Por ese derecho me fui. Por ese derecho quiero ver a mi país libre del comunismo. Por ese derecho escribo. Por ese derecho te digo que no, no eres como yo. Nunca serás como yo. Ni hace falta tampoco. No soy un ejemplo a seguir. No seré jamás una heroína. No seré cosmonauta. No seré el orgullo de ningún patriotismo. No seré lo que otros quieren que sea.
Y es que, como dicta la justicia, los hombres no son iguales; y ellos no pueden querer lo que yo quiero.
«Así habló Zaratustra», Friedrich Nietzsche.
18 noviembre, 2011 at 16:08
La historia de la humanidad está escrita en sangre. El Ché fusilo los generales de Batista que eran considerados traidores de la patria por darle todo a los mafiosos italo-américanos de la época (puedes verlo en la película «The Godfather 2»).
De todas formas los peores crímenes de la humanidad han sido la esclavitud y la bomba atómica. Creo que fueron cometidos por ese país que se jacta mucho de la libertad y ahora mismo le están haciendo una protesta en Wall Street.
Te dejo con esta cita:
«Latinoamérica alguien te USA.»
18 noviembre, 2011 at 16:27
Por favor, demagogia no, no creo que sepas más de mi país que yo, y eso que dices del Che no es así, es lo que «ellos» han contado hasta la mentira. Y no voy a discutir a ese nivel, mucho menos al nivel del cuento de que los Estados Unidos son el gran enemigo de Latinoamérica, cuento que repiten hasta el cansancio políticos corruptos de esa zona geográfica y dictadores como Hugo Chávez y Fidel Castro. Basta ya de hipocrecia cuando Estados Unidos es una nación formada de mil nacionalidades, y entre ellas, los latinos, muchos de los cuales están orgullosos de pertenecer a ella. Protestas hay en todo el mundo, no solo en Wall Street.
18 noviembre, 2011 at 13:40
Gracias a todos por los comentarios, por tomarse un tiempo para leer sobre la vida de una desconocida, por darme apoyo, ánimos, porque -dándose cuenta o no- esa también es una manera de vencer la indiferencia.
Al chico de Puerto Rico, prefiero no opinar sobre tu país porque no conozco su historia a fondo, pero aunque muchas veces la historia sea subjetiva y haya muchos modos de mirarla, lo ineludible son los hechos, y el hecho es que el Che fusiló a muchos cubanos sin hacerles juicio, y eso no puede de ninguna manera hacerlo un héroe.
Saludos.
18 noviembre, 2011 at 13:22
Creo que sólo podrás soltar el pasado amándolo, aceptándolo como es. Si no hubiese sido el campo de batalla que conociste, no serías quien eres hoy, no tendrías este jugo, esta energia para luchar por ti, no contra otros, sino por ti.
Si no fueras el personaje principal de tu película, lo cuerdo sería hacer lo «correspondiente y propio» con tu vida, pero como es TU vida, y un maravilloso canvas sólo para ti, decide y te aseguro que con tu valor, pocas cosas se interpondrán con el carpe diem. Hay un maravilloso fuego en tus letras, y eso existe, gracias a un infernal pasado.
Todo pasa Lien, tormenta y calma, calma y tormenta.
Me encanta la afilada consciencia que expresa este ensayo/crónica/reflexión (ya luego ni sé qué etiqueta poner).
Gracias, tienes un nuevo Lector.
16 noviembre, 2011 at 20:53
No todos andamos ciegos, en ocasiones las manos que tapan nuestros ojos son las propias. Tardamos mucho en conocer la verdad.
Saludos Lien.
“Después de su muerte la gente le levanta estatuas y juzga que todo era permisible. Los hombres de esta clase no son de carne, sino de bronce”.
“Crimen y Castigo”, F. Dostoyevski
16 noviembre, 2011 at 17:09
Lien, admiro tu capacidad de exorcizar los recuerdos en palabras.
Tu historia no se parece ni un poco a la mía, y a pesar de comprender una y cada una de las palabras de este texto no puedo aproximarme a tu realidad.
Y sin embargo, me conmueve.
La libertad de elegir, de soñar, de escribir, nunca la pierdas.
Un beso,
Mar.
16 noviembre, 2011 at 16:25
Sabes me siento, muy identificado contigo, y creo que los 11 millones de cubano, estamos asi, han transcurrido los años, y ahora se quiere rectificar un sistema nulo, viejo y desorientado.
Los cubanos solo pensamos en una libertad fuera de las creencias politicas que nos imponen cada día, por eso creo que no nos interesa ser Ilegales en otro lugar o luchar contra un sistema nuevo, acaso el capitalismo puede llegar a ser el monstruo que nos han enseñado??? si muchos no lo conocemos.
Hoy hablaba con un señor viejo de setenta y pico de años, es mi vecino, combatiente, lucho por esto y como él dice seguirá luchando pero- Se hizo los papeles españoles, y me comentaba- El gobierno Español le paga mas de ayuda que lo que le ha pagado su pais en toda su vida. Que duro.
Esta es Cuba.
16 noviembre, 2011 at 16:15
Ciertamente, no puedo pretender “comprender tu verdad” porque jamás conoceré la realidad que tú has vivido, Lien. Sin embargo, con este texto haces un excelente trabajo para acercarme. Sensibilizarme. Ningún ser humano debería ser calificado de ilegal. Admiro, sobre todo, que ha pesar de todos los sistemas, todas las formas de esclavitud de las que has sido víctima, tu voluntad jamás ha estado sujeta. Por favor, sigue escribiendo, sigue soñando.
16 noviembre, 2011 at 15:33
Leyendo esto me recordó lo que pasa en mi país Puerto Rico pero al otro extremo de la moneda. Allá no se puede decir: «¡Viva Puerto Rico Libre!» sin que te miren mal o que el gobierno lleve una «carpeta» (te investigan ilegalmente y te niegan trabajo) con tu nombre para saber que eres uno de los «revoltosos» que desea un futuro mejor para su patria (si es que tenemos patria).
Tienes razón que no todos somos iguales, el totalitarismo es así, aprendió del estalinismo, pero algo que tienes que tener presente es que las peores dictaduras son siempre de derecha. Dile NO a la Coca-Cola y su poder imperial.
Tal vez odies al Ché pero para muchos en Latinoamérica (como la canción de Calle 13) ese argentino significa el no arrodillarse ante un extranjero gringo que quiere saquear los recursos naturales y ganancias de tu país hacia un lugar donde nosotros los latinos somos considerados basura.
Para mi el Ché Guevara es un heroé porque lucho para evitar el mal llamado «destino manifiesto gringo» y que cada país pudiese echar pa’lante sin ser un esclavo arrodillado de Wall Street.
Latinoamérica para los latinoamericanos.
18 noviembre, 2011 at 21:19
Vlade, no caigas en el error de querer comparar, de querer, -con o sin intención-, decir a otros lo que deben pensar y hacer.
La política es algo muy viciado, entre otras cosas con consignas y lemas como el que utilizas al final de tu texto.
Reconozco el respeto en tus palabras. Respeto tu opinión, basada en tus experiencias personales. Respeto el hecho de que tú pienses que las peores dictaduras son de derechas, aunque discrepe.
Me esfuerzo por respetar que consideres a Ernesto Guevara un héroe, aunque ahí te digo que no puedes opinar porque tú no lo sufriste y no has pasado por esa experiencia. Lien sí.
Personalmente no puedo coincidir más con Lien.
Un saludo cubano para el boricua.
Tuve el inmenso placer de visitar tu bella isla.
16 noviembre, 2011 at 14:51
Gracias por tu comentario, no somos tan valientes, ni tan luchadores, es triste decirlo, pero es la verdad, de lo contrario no estaríamos todavía bajo el yugo castrista. Si también por algo escribo es para que otros, que aun están a tiempo de salvarse, no cometan el mismo error de creer que el comunismo es una opción política válida, porque da igual el color, el nombre, la manera, no sirve, y ahí está la Historia para demostrarlo.
16 noviembre, 2011 at 14:28
Oigo esa voz cubana en tus letras inevitablemente, muy acertadas. Pero, siento en el alma (Aún si no te leyera, si no te viera, si no existiera), esa cualidad cubana casi de nacimiento, de lucha, de protesta, de valentía, esa visión del mundo desde el centro del universo. Un abrazo.