
Recientemente se divulgó parte del contenido del libro de texto de primer grado de la enseñanza primaria cubana, el cual se usaba al menos hace tres años, y quizás aún en la actualidad. Con el título de A leer este volumen, editado por primera vez en 1988 y reeditado en 2005, era (o es) el material de estudio empleado en Cuba para que los niños se inicien en la escuela.
Las imágenes hablan por sí solas del tipo de «enseñanza» que reciben los alumnos. Plagado de referencias a la revolución cubana, líderes, héroes, fusiles, tanques, milicianos, este libro no sólo pretende enseñar las letras y las palabras que se pueden componer con dichas letras, sino también una ideología a seguir.

Cuando difundí una de estas imágenes por las redes sociales una española me preguntó: «¿Qué es ser pionero? ¿y los no-pioneros cómo aprenden a leer y escribir?»
Su pregunta puede parecer absurda, pero no lo es, los cubanos, a veces, damos por sentado que los no-cubanos entienden y saben sobre nuestra historia y vida en la Isla, pero no es así. Lo que para nosotros puede parecer evidente, para otros es un mundo totalmente desconocido. Y muchas veces absurdo en comparación con el suyo.
Entonces tuve que explicarle que no existen en Cuba los no-pioneros, que todo niño cubano cuando cumple 6 años se inicia en la Organización de Pioneros José Martí. Es ilegal no escolarizar a los niños a través de este tipo de enseñanza, la única que existe en la Isla, ya que el régimen castrista suprimió cualquier enseñanza que no sea la pública que establece el Estado.
La iniciación como pionero se produce con una ceremonia donde le colocan a los niños la pañoleta azul de «Moncadista» ⎯término que hace alusión al asalto al cuartel Moncada, para seguir con el toque bélico⎯, que llevarán hasta tercer grado, donde la sustituyen por una roja, símbolo de «la sangre derramada por nuestros héroes y mártires». La pañoleta «tiene la forma de un triángulo isósceles y sus vértices significan estudiar, trabajar y luchar por las conquistas de la Revolución. Los pioneros Moncadistas usan la pañoleta de color azul, que representa el cielo de la patria», explica la web oficialista Ecured.
Es evidente la politización a la que son sometidos los niños cubanos antes de que tengan uso de razón y puedan comprender lo que significan estos atributos y símbolos. El adoctrinamiento desde las primeras letras intenta crear una conciencia política en el niño, asignándole un paradigma a seguir con el lema establecido para ello: «¡Pioneros por el comunismo, seremos como el Che!».
Adoptado en 1968, este lema es coreado por los niños sin que sepan qué es el comunismo ni quién es el Che, pero cada vez que anudan las pañoletas a nuevos pioneros, se vuelve a repetir.
«¿Es posible llegar a ser como él?, ¿no sería muy difícil imitar, individualmente, cada una de sus virtudes?», se preguntan en Ecured realzando la figura de quien llaman «Guerrillero Heroico», y los cubanos amantes de la democracia y la libertad nombramos simplemente «Asesino».
Afortunadamente no todos los niños que repiten como loros estas consignas llegan a ser adoctrinados. Yo también fui una de ellos, y no lograron fijar en mi cabeza la idea de que ese argentino es un héroe. Me costó años saber la verdad, pero arribé a ella como muchos otros cubanos que actualmente rechazan este mito falso.
Todavía hay quien se cree esos cuentos de heroicidad que el régimen castrista se ha dedicado a difundir y que una gran parte de la izquierda del mundo pondera. Pero muchos también saben que el Che no era ningún héroe, sino un aventurero, sediento de sangre, que mató a muchos cubanos, también africanos y latinoamericanos.
En los tres primeros meses de revolución, en su condición de jefe militar de La Cabaña, el Che tuvo a su cargo los juicios rápidos y ejecuciones a ciudadanos asociados a la dictadura de Batista, supuestos criminales de guerra y nacientes opositores políticos, explica el periodista Iván García en el texto El Che apretó el gatillo sin pesar, publicado en el Diario de Las Américas.
«Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte», reconoció el propio Guevara públicamente ante las Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964.
Sobre estas ejecuciones habla el norteamericano Jon Lee Anderson en su libro Che Guevara: Una vida revolucionaria. «El autor dedica apenas cuatro páginas al tema de las ejecuciones (370-373), pero los otros biógrafos tampoco han sido exhaustivos. «El Che, fiscal supremo, realizaba la tarea con singular dedicación; todas la noches resonaban las descargas de los pelotones de fusilamiento entre los antiguos muros de la fortaleza.» ¿Cuántos murieron? De enero a abril de 1959, «se habían producido unos 550 fusilamientos, y el asunto, que ya provocaba protestas en Cuba, le había causado graves problemas a Fidel durante su viaje por Estados Unidos». El Che se molestó cuando Castro ordenó la suspensión de las ejecuciones y lo mandó a un periplo de tres meses por catorce países. Anderson cita a varios amigos de juventud del Che, espantados por los juicios sumarios. «En este problema, si no matas primero, te matan a ti», se justificaba», reseña el articulista Bertrand de la Grange en Letras libres.
Un venezolano me preguntó si recordaba algo del acto de iniciación como pionera. Pues sí, lo recuerdo vagamente. Fue en un lugar «simbólico» para el régimen: el Monumento al tren blindado en Santa Clara, en este sitio la columna dirigida por el Che descarriló un tren militar con armamentos, lo cual propició una costosa derrota a las tropas de Batista. El Monumento tiene cuatro vagones originales del asalto y el buldózer utilizado para levantar la línea férrea.
Recuerdo que nos formaron en la gran plaza, llena de padres y profesores, seguramente hubo algún discurso, no recuerdo mucho más. Seguramente mi madre, mecánicamente, como todas las madres y padres asistentes, me puso la pañoleta que me amarraría a aquella aberración patriótica por años, y por supuesto, juramos por el comunismo y el Che haciendo el saludo pioneril que parece más militar que otra cosa. «Lo ejecutan todos los pioneros en posición de atención, uniendo los dedos de la mano derecha, en reclamo de la unión indisoluble de los pueblos de los cinco continentes, alzando esta por encima de la cabeza, de manera tal, que la posición del brazo y antebrazo forme un ángulo de 90º. Esto significa que los intereses colectivos están por encima de los intereses personales», explican en Ecured.
Posiblemente corrimos y jugamos en la plaza después de concluido el acto porque, al fin y al cabo, éramos niños. Y frente a nosotros, del otro lado de la línea del tren, el manicomio. Imagino que los locos nos miraban por la cerca que divide al manicomio del mundo, y ¿qué pensarían?
Ante la proliferación de parques, fuentes y espacios públicos con rejas en Cuba, hay quien dice que los espacios cercados son los únicos verdaderamente libres. Así imagino ahora a aquellos enfermos mentales mirándonos recibir la pañoleta, quizás un poco más «libres en su locura», quizá creían que la locura verdadera sucedía de la cerca para afuera.
La prensa oficialista cubana sigue con su campaña de propaganda para tontos, creando fábulas de redacción penosa y credibilidad nula sobre estos actos: «Los ojos de Misleydi se humedecen en tanto el brillo apresa las pupilas infantiles. Incoherente por la emoción la madre habla del cultivo de virtudes, de un futuro seguro para la niña, del deseo que crezca amando a la bandera y la patria y que se forje en el camino de la vida un destino como mujer de bien», relatan en Cubadebate como si de una poesía cursi se tratara.
¿Quién se va a creer estas mentiras en pleno siglo XXI? ¿Futuro seguro, virtudes? Pues tristemente hay muchas personas en el mundo y en la Isla que todavía creen en las «bondades del comunismo cubano», contribuyendo a difundir la falacia de que la educación cubana es buena, como es el caso de Irina Bokova, directora general de la UNESCO, quien reconoció en abril de este año que el país cuenta con «un sistema educativo sólido y avanzado». Un estudio realizado en 2004 por la misma institución concluye que, respecto a educación primaria, Cuba lidera América Latina, informa Diario de Cuba.
En cambio, si algo me hace feliz de vivir fuera de Cuba es la certeza de que mis hijos del futuro ⎯si los llego a tener⎯ no se pondrán esa pañoleta y no jurarán por el comunismo ni por ser como un asesino. Ni aprenderán a leer y a escribir con una ideología por defecto, ni con la política queriendo adoctrinar sus cabezas inocentes. Y nada de esto será un impedimento para que conozcan lo que de valioso existe en la cultura cubana, y aprendan a amar a esa pequeña isla de donde vendrán parte de sus raíces. Porque la patria no son los héroes ni la política, es una idiosincrasia y una cultura que nos une amén de nuestra ideología.
13 julio, 2013 at 23:47
La educacion cubana aparte de ser un desastre,tambien el calculo que yo me haria, si viviese en esa gran carcel llamada Cuba, seria el siguiente, » Para que aprender a leer y escribir, para luego no poder hacerlo ?»
Es igual que a un jardinero, le entreguen un alicate para extraer muelas.
13 julio, 2013 at 23:42
prueba