La casa ya está limpia, la ropa está tendida, el bebé duerme en su cuna, mi hombre está en el mercado comprando la cena de fin de año, el sol entra por la ventana y me acaricia las mejillas, una canción cubana me acompaña en la soledad cálida del último viernes del año que afuera (en la calle) es muy frío.
Las palabras quieren salir, pero están cansadas, como yo. Bostezan, ¿o soy yo quien bosteza? El árbol de Navidad me mira, es un abeto de verdad, comprado a los estudiantes de la facultad de Agronomía, el dinero va a parar a una ONG dedicada al cuidado de niños desfavorecidos y no a un chino vendedor de árboles falsos/ luego al basurero de plástico que tardará mil años en desintegrarse; el abeto de este año no es tan bonito como el del año anterior, pero esta es la mejor Navidad de mi vida: es la primera Navidad con mi hijo, es la primera Navidad como familia. ¡Qué importa que no seamos católicos! ¡La ilusión se construye como uno desee! Los regalos estaban este lunes bajo el árbol, aunque Mael sea demasiado pequeño para entender la alegría de sus padres al poder regalarle su primera Navidad, con juguetes y colores. Con sonrisas y muchos besos.
Tengo ganas de escribir, pero no me salen las ideas, están silenciosas, como yo. Con los años uno se vuelve reservado, aprende a disfrutar por dentro, aprende a sonreír sin algarabía, aprende a ser feliz sin tener que pasear la felicidad por la plaza pública ni enseñársela a todo el mundo. Mi felicidad es un traje a mi medida. Mi felicidad es mi coraza, mi hogar, mi armonía. Mi felicidad es lo que me sostiene cuando el agotamiento me hincha las piernas, cuando la tristeza llega a mis ojos, cuando la nostalgia me cubre de nubes. Mi felicidad es un sofá para dormir la siesta, unos brazos que protegen y calientan. Mi felicidad es lo que me da fuerzas cuando todo conspira para que me rinda. Mi felicidad es la sonrisa de mi hijo, sus ojos mirándome, su rostro hermoso, su cuerpecito que crece con los días. Mi felicidad es el amor con el que su padre y yo llenamos esta casa y esta vida; mi felicidad es el amor.
Tengo mucho que decir, pero ahora no tengo tiempo para más, solo para desearles un feliz año nuevo, porque la felicidad, aunque cueste mucho conseguirla, está al alcance de todos.
Feliz 2018: otro año para celebrar que estamos vivos.
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