
Qué nos salva. Qué nos devuelve la calma cuando nuestra mente se agita como barco a la deriva en una tormenta, y sin mapa. No te envenenes con noticias y comentarios, me dice él. No te frustres por lo que no puedes resolver, insiste. Concéntrate en lo que puedes hacer, me aconseja.
Qué puedo hacer. Somos barcos a la deriva de decisiones políticas.
El primer día que escuché cacerolas sonar en mi barrio me alegré. Lo posteé en las redes sociales, y me sumé. Un cubano en Facebook me dijo: “eso no me cuadra”, y yo le argumenté por qué a mí sí. Y esa persona me dijo que no ve sus libertades restringidas como las veo yo. Esa persona tiene derecho a votar y yo no. Solo soy residente en España. Pago impuestos, tengo un hijo español, cumplo las normas, pero ¿a qué tengo derecho?
Cuando logré tener residencia porque me otorgaron asilo político en 2015 –algo que aún poseo–, pensé que, por fin, lograba legalizar mi libertad. Hoy siento que la pierdo lentamente.
Esta mañana en la radio lo explicó de modo claro el analista político Ignacio Varela: «Esta pandemia está poniendo a prueba la solidez de las democracias” (escuchen su comentario radial completo).
Varela explicó como “lo típico” del siglo XXI es “perder la libertad poco a poco”; algo que siento está pasando en España ahora mismo. “Ir cediendo parcelas de libertad a cambio de confort”, señaló, “o a cambio de seguridad frente al terrorismo, frente a una pandemia”. Que para el analista es “tramposo”, pues “cuando terminas de entregar tu libertad, has perdido también la seguridad porque resulta que estás en manos de unos sátrapas”.
El Ministerio de Sanidad de España permite que Madrid pase a la fase 1, esas fases que el Gobierno está usando para desconfinar poco a poco a España. Una de las cosas que se puede hacer en esta fase es reuniones de 10 personas, en lugares públicos o privados. ¡Ojo!, los padres tenemos en esta fase que seguir saliendo con nuestros hijos menores por separado. ¿Acaso los niños no son personas? ¿Quién vela por el derecho de los más pequeños? ¿Por qué somos discriminadas las familias y los niños?
Mi pequeña familia lleva dos meses sin salir junta, viviendo en la misma casa. ¿Qué estudio científico avala este ultraje? ¿Por qué pueden 10 adultos beber en una terraza en la fase 1 y dos padres no pueden pasear con su hijo? ¿Por qué los niños solo pueden salir una hora, a un kilómetro de distancia de su casa, en unos horarios absurdos que abarcan las horas centrales del día, con el sol más fuerte?
Cuando le damos tanto poder a los Estados hacen con la ciudadanía lo que les da la gana. En nombre del bien común te quitan tus libertades individuales, y libertad quitada, para recuperarla hay que pelearla. Yo lo sé, porque yo luché por mi libertad cuando huí de Cuba. Yo lo sé, porque quise tener un hijo en un país democrático. Y ahora, ese mismo país, está olvidándose de los niños, del futuro.
¿Qué mundo estamos construyendo para nuestros hijos? Las imágenes de escuelas donde los niños están separados me abruman. ¿Compensa que le robemos libertad, empatía, confianza, calor humano, en nombre de qué…? Cuando, además, no son los niños los más golpeados por el virus y los estudios han corroborado que tampoco son supertrasmisores cómo se creía.
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Aunque seamos cuatro gatos en mi edificio, seguiré todos los días que pueda sonando mi cacerola a las 9:00 PM, porque es mi manera de decir: no estoy de acuerdo con estas medidas, no estoy de acuerdo con este Gobierno.
Siento la impotencia corriendo por mis venas. Podría mirar a otro lado. Hay miles de formas de enajenarse. Quizás por eso escribo. Da igual quien me lea. Escribo para salvarme.
Pd. Después de haber publicado este post, este sábado en la noche el Gobierno español anunció la modificación de la norma que impedía a las familias con menores salir juntas, como puede leerse en una actualización publicada por El Confidencial este 23/05/2020 a 23:01 PM.
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