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La china fuera de la Caja

Arte, Literatura, Cuba y todo lo demás…

Categoría

Cuento

Adiós, Habana

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La Habana de hace unos años. (Pinterest)
La golondrina de vuelta a su pasado
no encuentra el nido.
«Rincón de Haikus», Mario Benedetti

 

Mateo miró la botella de Havana Club que llevaba en la bolsa plástica, subió la vista hacia el balcón y gritó: ¡¡¡¡Negroooooo!!!!! Su grito rebotó en el aire para caer como eco sordo sobre sus oídos. Repitió varias veces y nada. A punto de irse una señora asomó la cabeza desde el balcón.

⎯Señora, ¿Leo se encuentra?

⎯Él ya no vive aquí…

⎯¿Pudiera darme su nueva dirección?

⎯No me la sé.

Calle abajo, Mateo se pregunta cómo es posible que el negro se haya mudado del “pañal», como le decían en los buenos tiempos al cuartico de Centro Habana donde nunca faltaron chicas para el negro y el resto del piquete, él incluido, que no es un conquistador en potencia. Cómo pudo irse y dejar tantas madrugadas clavadas como estampillas pornográficas en las paredes, dibujos que ahora quedaron flotando, sin sentido, sobre las cabezas de otros que ignoran las vibraciones de esas paredes. Seguir leyendo «Adiós, Habana»

Cabinas telefónicas bajo un mar de silencios

'Lunch Atop a Skyscraper', 1932.
‘Lunch Atop a Skyscraper’, 1932. (TIME)

 

Los obreros fotografiados en Lunch atop a Skyscraper están sentados sobre nuestras cabezas. Vemos colgar sus pies desgastados, caen migajas de su almuerzo sobre nuestro pelo. La algarabía de sus voces se filtra por el cable telefónico y llega al otro lado de la ficción, de lo alto del Rockefeller Center de Nueva York, en 1932, a la plaza Dos de Mayo de Madrid, en 2013, y vuelven a cruzar el océano hasta cualquier punto de Cuba.

Es domingo. Estoy en el locutorio a donde vienen los cubanos porque sale más barato llamar a la Isla: 0,45 céntimos de euro frente al euro con veinte centavos de cualquier operador. Uno de los destinos telefónicos más caros del mundo. La isla incomunicada. Llamar a Cuba es como llamar a otro planeta. El locutorio lo llevan dos pakistaníes. Henry ha bromeado con ellos diciéndoles que son terroristas. Los pakistaníes sonríen. Ya nos conocen de venir tantos años. A veces les dejamos propina.  Seguir leyendo «Cabinas telefónicas bajo un mar de silencios»

En cada calle un chivato

Esta noche en casi toda Cuba se repetirá un ritual mecánico: «celebrar» la víspera del aniversario de la fundación, el 28 de septiembre en 1960, de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), organización destinada a vigilar a nivel de barrio las posibles conductas que no se ajusten a las de un revolucionario.

En palabras del propio Fidel Castro: «ver qué es lo que hacen las personas y a qué se dedican». Es decir, el Gran Hermano comunista, pero las cámaras en este caso son los ojos de los vecinos, que estarán dispuestos a delatarte si no cumples con los preceptos de la revolución.

Pero como casi todo en mi isla, la mayoría de esas fiestas son una pantomima en la que cada vez menos gente cree aunque sigan participando de ella. Ojalá llegue pronto el día en que decidan simplemente no salir a la calle, no formar parte del coro, pero todavía la muerte de los CDR, y de la dictadura, se presenta lenta. Un triste reality de demasiadas ediciones, 54 y ¿pa’ lante?

De mis encontronazos con los CDR tendría mucho que contar, pero esta vez prefiero presentarles un cuento que escribí a propósito de estas fiestas, en 2007, antes de irme de la Isla. El cuento forma parte del libro 33 segundos sobre un tobogán, Premio Nacional Francisco (Paco) Mir 2007, que debió publicarse como parte del galardón, pero al dejar Cuba no se produjo dicha publicación.

Fiesta de los CDR en Cuba. (Foto: CUBANET)

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Festival

Cine. Francés, español, italiano, danés, alemán, neozelandés, de La India, del Planeta Marte, cine de cualquier lugar recóndito o muy conocido, no importa, ahí estaremos, llenaremos las salas como ratones atraídos por el sonido de la flauta luminosa. Hipnotizados ante la ilusión de dejar nuestras vidas afuera por un rato y transfigurarnos en la piel de otros. No importa de dónde vengan esos otros.   Cualquier lugar es mejor que este lugar afuera de la pantalla.

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Palabras que matan

«Todos están preocupados por mí. Pero no va a pasarme nada. Se los digo. No obstante, nadie me hace caso. Me miran entre espantados y compungidos…»
⎯¿Compungidos? ¿Qué palabra es esa? ¿Quién usa “compungidos” en un cuento? ⎯dice él y se ríe, luego canta⎯ Palabras, aléjate de mí con tus palabras…  ⎯y vuelve a reírse a carcajadas. Seguir leyendo «Palabras que matan»

Fotos robadas


Foto 3: EL CUERPO 

Me desnudé para recuperarme, casi me perdía dentro de las ropas, apenas oía el latido suave del corazón, rítmico. Me desvestí y no me miré en el espejo, pero ahí estaba la piel, joven aún, como puede no la vea dos veces, es como el río.

Ayer cuando me bañaba noté que su color no era el mismo, la luz del bombillo incandescente le daba una tonalidad sombría. Después del baño la piel fue más blanca y suave. Como es luego de todos los baños de los días anteriores. Sin embargo, aquella piel y ésta eran distintas. Mi Cuerpo era un traje que respondía a las exigencias de un espacio donde yo era otro objeto, donde la luz, la temperatura, la hora, los colores de los otros objetos, dirigían el camino para que él, mi Cuerpo, mutara discretamente, sin necesidad de una increíble cantidad de años. Seguir leyendo «Fotos robadas»

Truth Inside

Se vive en la mentira mientras no se
ha sufrido. Pero cuando se comienza a
sufrir, se irrumpe en la verdad únicamente
para echar de menos la mentira.
Desgarradura, E. M. Cioran
 
 

Ha comenzado el invierno y el cuarto es frío pese a la calefacción. Catherine está sobre la cama, tiene puesto un pulóver de mangas largas. El pulóver está desgastado, pero conserva en el centro el dibujo de un pez que se traga la esfera del mundo usada como carnada en un anzuelo.

La luz blanca deja sin matices la habitación. Le saca los bordes a todo. Las pequeñas evidencias de fealdad en los objetos. Lo depauperado de una casa vieja, una cama con sábanas desteñidas, el cuerpo de Catherine desnudo de la cintura para abajo, el pelo del pubis crecido y oscuro, la vulva ligeramente abierta, la flacidez de sus muslos que comienzan a denotar que ya no tiene 30 años, los pies cubiertos por medias que alguna vez fueron nuevas. A su lado, Javier, completamente desnudo, la observa. Seguir leyendo «Truth Inside»

Grabación pirata de mi vecina

«Volver, volver, volver, a tus brazos otra vez, llegaré hasta donde estés, yo sé perder, yo sé perder, quiero volver, volver…» Mi vecina oye cantar a Chavela Vargas con esa voz que rasga las paredes. Yo la observo a través de la puerta (siempre abierta) de su cuarto, desde la puerta (siempre abierta) del mío. Mi vecina gusta de canciones tristes que la hagan servirse un trago de ron en un vasito ambarino y cocinar pollo “al cartucho”. Lo sé porque la veo con el cartucho en la mano. Un cartucho de papel en la Habana es una rareza. Un cartucho de papel en la Habana Vieja es una utopía. Pero mi vecina tiene cartuchos de papel. Seguir leyendo «Grabación pirata de mi vecina»

Acrobacia del cerebro

En la televisión están cortando un cerebro en dos con un cuchillo. Explican sus componentes. Pongo el televisor en mute, me resisto a reconocer que el cerebro de alguien ha terminado sobre una mesa, tasajeado como si se tratara de una frutabomba. Mi cerebro no puede dejar de pensar que ese trozo amorfo de materia grisácea, exhibida ahora sobre el guante de un especialista, una vez generó muchas ideas, guardó recuerdos, vivió numerosas fantasías, se conmovió con los amores y desamores del cuerpo que le tocó como envoltura; un cuerpo que ahora lo ha abandonado a la fría mesa de experimentos. ¿De quién sería el cerebro televisado?

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