Para el hada del bar y los buenos (des)conocidos
que me han ayudado.
(Durante la redacción de este texto
no se pretende herir la sensibilidad
de los cubanos que viven en Suiza)
1. De lo colectivo al yo
«Solidaridad» es una palabra muy maltratada en mi país. Nos han impuesto por décadas un eslogan que nadie nos preguntó si queríamos. Los cubanos están saturados de sí mismos, quieren volver a su origen emigrante ⎯como le oyera decir a alguien en jarana⎯. Volver a ser un conjunto disperso de lo que ahora es un conjunto forzosamente compacto. Estamos condenados a la colectividad, huimos, renegamos de ella.
Cruzamos el océano escapando de la presidenta del Comité, del chivato por recompensa, de la «amable» vecina que pide azúcar y de los que siempre tienen la necesidad de hablar. A pocos en Cuba se les ocurre pensar que tu casual compañero de autobús no desea conocerte, que la de la cola del pollo está harta de ti, que no quieren saludarte los del quinto piso, que a nadie le debe importar si eres gay o lesbiana. En mi pequeña caja criolla los que se quedan se resignan a llevar “el cartelito”, es obligatorio, pero no real. Los que se van se despojan de él, se lo sacuden, como quien es liberado de una cruz invisible.
Los cubanos recurren rápidamente a la individualidad después de estar sometidos a una colectividad impuesta. De modo que hasta del desarraigo tiene la culpa quien mató a la vaca, quien se comió el filete y también ese ingenuo cubano que escapa de todo hacia un exterior sin marquesinas, una intemperie donde sus congéneres ⎯pensé que nunca usaría semejante palabra, ni yo estoy a salvo, mucho menos el lenguaje⎯ están ajenos, ensimismados en sus propios fantasmas. Muchos parecen olvidar incluso lo que no debe ser olvidado. Aquello que ha marcado nuestra existencia y que, para bien o para mal, nos hace distintos, como diferentes son los palestinos desterrados, los africanos que vienen a España en pateras, los chinos que escapan del totalitarismo, los niños colombianos que recluta la guerrilla; porque lo que nos marca nos define, queramos o no.
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