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La china fuera de la Caja

Arte, Literatura, Cuba y todo lo demás…

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Entrevistas

Que hablen otros: voces cubanas en distintas direcciones (tres entrevistas)

A veces el testimonio en voz del protagonista tiene más fuerza que el relato o interpretación que hagamos de su historia, es el caso de las tres personas que por estos días entrevisté en DIARIO DE CUBA. 

En vez de analizar sucesos, elaborar teorías o elogiar propuestas, he preferido darles la oportunidad a ellos mismos de expresarse. En su voz pueden leer sus ideas y experiencias. Ellos son el músico Dafnis Prieto, ganador recientemente de un Grammy por su disco Back to the Sunset; la poeta Katherine Bisquet, quien fue agredida físicamente en Cuba por mostrar su postura a votar No en el referendo constitucional, y el exiliado Lázaro Mireles Galbán, a quien el consulado cubano en Madrid le niega la renovación de su pasaporte por mostrar su abierto rechazo al régimen durante una protesta en España.

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¿Qué piensan los jóvenes venezolanos?

 

Manifestante antigubernamental frente a oficina de la OEA en Caracas, 21 de marzo. (AP)

 

Los jóvenes, que han encabezado las actuales protestas tras 15 años de chavismo, han crecido viendo a Venezuela quebrarse económica, política y socialmente, pero a diferencia de los cubanos ⎯nacidos en dictadura⎯ , los venezolanos nacieron en democracia, sus padres la han vivido, como también una sociedad más abastecida, donde comprar un medicamento o un alimento básico no era una proeza. Tampoco la libertad de expresión estaba en peligro.

«Vamos a aprovechar lo poquito que nos queda de libertad antes de que Conatel censure el internet también», me dice María Betania Romero por correo. María tiene 23 años, se graduó de Comunicación Social, Mención Artes Audiovisuales, pero está desempleada. Vive en Ciudad Bolívar «porque en Caracas está muy complicada la situación».

«He notado el particular grado de humillación que existe en las colas para comprar comida. Somos una sociedad sin dignidad», escribe en Twitter Víctor Alejandro Burgos, caraqueño de 25 años. Abogado de profesión, lleva el blog El otro cuaderno. Textos suyos han aparecido en revistas literarias como Bonsái (México), Bibliomula (Venezuela) y Euritmia (México), entre otras.

Contactados ambos a través de las redes sociales, aceptaron compartir sus opiniones y testimonios de la situación actual en Venezuela.

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Quitarse la máscara ante el espejo

«Me harté de la máscara», dice la bloguera cubana Yoani Sánchez en una entrevista concedida a Radio Francia Internacional. Cuba Rebelión es uno de los temas que precede a la entrevistada, la que dibuja la locutora como “pequeña y de apariencia infantil”. Extraña descripción, como lo es la selección de algunos temas musicales, El unicornio azul de Silvio Rodríguez se deja oír en otra parte del programa, por fortuna incluyeron El Comandante de Porno para Ricardo, y El Burrito de Yerba Buena cerrando en clave optimista. Lo más aconsejable será obviar los comentarios “blancos” de la presentadora, los remilgos enlatados de la radio, y escuchar a Sánchez.

Su entrenamiento de figura pública es notable en el énfasis y coherencia de sus palabras, la concreción de sus ideas; sabe lo que tiene qué decir y cómo decirlo, algo que no todos poseen en la disidencia aunque les sobre valentía. Sin embargo, después de ver unas cuantas entrevistas en YouTube y en la red, creo que conocemos poco a la persona que es Yoani, ¿cuál es el tono de su voz como vecina, amiga, madre? ¿cuánto de la vida personal se sacrifica al asumir un rol público?

La responsabilidad que implica disentir abiertamente al régimen es un precio muy alto, siempre he creído que Yoani es tan valiente como otros opositores que dan rostro y nombre a la disidencia cubana. Pero quitarse la máscara del miedo implica asumir un papel, seguir el guión de nuestras propias ideas, implantarnos una disciplina. Hay doble obligación en cada acción porque ya no es un eco en el vacío. La voz de Yoani se propaga por la red y se convierte en referencia, esa responsabilidad la presupongo pesada, limitante en lo personal, y agudizada por la persecución real de esa Seguridad del Estado que lo vigila todo como el Gran Hermano comunista, esa a la que temen cubanos hasta en otras latitudes.

El miedo persigue incluso a los que emigran, «ya están lejos de Cuba, y sin embargo siguen transportando ese miedo, tratando de no decir públicamente lo que piensan para que eso no vaya a conspirar con un posible viaje a Cuba», dice la autora de Generación Y.

Viviendo en España he tropezado con ese tipo de cubano que no se moja, que va con orejeras puestas siguiendo a la manada apolítica. Me parece terrible no hacer uso de la libertad que otorga vivir en sociedades democráticas, no comparto esa actitud, pero entiendo que alguien desee expulsar de su vida a la política; lamentablemente ella no se va jamás, estamos regidos por su estigma. Saturados o imbuidos por ella, los cubanos no podemos omitirla, hace 50 años es la madre y el verdugo, la cruda realidad, la desidia, el pan de cada día, lo que nos junta y nos separa.

Viviendo en Cuba no sabía que existían tantos cubanos dentro de la Isla oponiéndose a la dictadura a cara descubierta. Tampoco imaginaba que en el exilio hubieran muchos más que podían llenar la Puerta del Sol o una calle de Nueva York para hacerse eco de su inconformidad con el régimen de ese país del que somos parte, porque nadie puede quitarnos esa condición geográfica que marca nuestro lugar de nacimiento. Nuestro punto de partida.

«Los cubanos vivimos rodeados de un muro (…) invisible formado con censura, con control, con leyes represivas, y el muro no se va a caer porque un héroe se inmole (…), este muro tenemos que empujarlo todos», señala Sánchez para enfatizar que está harta de líderes. Esa misma saciedad sentimos muchos, ante la cual yo prefiero mirar al conjunto de quienes somos, a esa unión que por ahora no llega a concretarse si quiera virtualmente, cuando al final perseguimos el mismo deseo, una Cuba inclusiva donde quepamos todos. Desde dentro de nuestra mente y desde cualquier posición geográfica, el muro que hay que romper empieza en nosotros mismos.

Es difícil disentir en la Isla, pero también lo es en cualquier punto del planeta, porque lo verdaderamente difícil es quitarse la máscara ante uno mismo.
El audio de la entrevista a Yoani Sánchez está disponible en mi Podcast

*El link a Radio Francia Internacional me llegó vía @TwitiMania

El arte es una tierra sin ley

Entrevista con Ernesto Leal realizada por Lien Carrazana. La Habana 2007.


‘El fragmento eliminado’. 2005. Letras de vinil, loop de DVD y monitor. Dimensiones variables.

Ernesto Leal es graduado de artes plásticas en la Academia San Alejandro, Cuba. En los años 1987-89 integró el grupo Arte Calle. En los noventa se desempeñó como co-editor de la Revista cubana de artes visuales LOQUEVENGA. Ha realizado varias exposiciones personales, alguna de ellas: “Instituto Superior de Dobleagentes (Dpto. de Audiovisuales)”, Centro Cultural ICAIC, La Habana, Cuba, 2006. “Documento” (con Luis Gómez), Galería La Casona. La Habana, Cuba, 2004. Foto septiembre. “Palabras en Styrofoam”, Galería Nina Menocal, México D.F, 2003. Ha participado en numerosas exposiciones colectivas.

En los años 1994-1997 fungiste como co-editor de la Revista cubana de Artes Visuales LOQUEVENGA, donde también publicaste algunos artículos. ¿Qué ideas motivaron el surgimiento de una publicación independiente?

LOQUEVENGA fue un intento por llenar el vacío en las publicaciones sobre artes visuales que existía durante la primera etapa de la década de los noventa. Sin dudas ese vacío llega hasta hoy, pero ese es otro tema. Me pareció interesante cuando David Mateo me propuso hacer la revista porque en esa época yo estaba escribiendo mucho, básicamente textos teóricos, y vi en LOQUEVENGA la oportunidad de publicar. Los dos números que duró la revista fueron hechos con “nuestros propios recursos”, aunque ciertamente teníamos muy pocos (supongo que por esa época todavía estaba vivo aquel extraño espíritu de los ochenta cuando se podían hacer muchas cosas sin un kilo). El perfil de la publicación aprovechaba este espíritu azaroso y “pobre” que emanaba de la dificultad para conseguir el papel para imprimir, etc. Quisimos concebir la revista no solo como un espacio de información, sino también como un objeto de cualidad artística (cosa que pienso se hubiera logrado de forma más orgánica de haber continuado la publicación). Desde el punto de vista personal mi mayor dificultad con LOQUEVENGA no fue la anormal cantidad de horas que me pasaba en la imprenta, ni siquiera la certeza de de que nadie leía mis textos (por muy densos, según me enteré); sino las lógicas tensiones intelectuales que se producían al existir tres editores con características e intereses muy diferentes el uno del otro. Sin embargo todo iba razonablemente bien hasta que un día nos fue a ver una persona del Comité Central para pedirnos el permiso de publicación de la revista. Por supuesto no teníamos nada y las gestiones que hicimos para conseguirlo solo nos evidenciaron la imposibilidad de la continuidad legal de la revista. Intentamos explicar que LOQUEVENGA no era una publicación masiva sino un objeto artístico, numerado, limitado; pero como es de esperar en estos casos no sirvió de nada.
De cierto modo la breve historia de LOQUEVENGA es también la ya larga historia de lo imposible de una alternatividad real en Cuba. A riesgo de parecer fatalista, aun cuando “existan” nuevos medios de reproducción y publicación (email, etc.), la posibilidad de un pensamiento independiente tanto en el arte como en la cultura cubana en general siempre se verá lastrado hasta tanto no exista un cambio en el actual estado de cosas.

En tu obra transitas por la fotografía, el video, la instalación, hasta la pintura. Este empleo de diversos géneros y soportes hace que tu trabajo esté en constante cambio, siendo imposible etiquetarte, como acostumbran críticos y estudiantes de historia del arte, o el público mismo. ¿Por qué ese interés en moverte por una amplia gama de géneros y soportes?

Siempre me ha interesado seguir la noción de que la idea determina los medios específicos en que será realizada. Hay ideas que necesitan un medio determinado para ser expresadas, y no otro; lo que supone una obra que se mueve a través de diferentes medios sin importarle la fidelidad a uno en concreto. Por ejemplo, si lo que quiero con una obra es mostrar como en diferentes países las personas mueven el cuerpo de diferentes maneras, probablemente el medio más adecuado para investigar y expresar esto será el video y no la pintura y así sucesivamente. Esto no implica, sin embargo, que considere idea y medios como una dualidad en el sentido de privilegiar una u otros (como ocurrió con los primeros conceptualistas). Son dos aspectos de la obra que están tan relacionados que muchas veces es imposible establecer distinciones entre ellos. Ser consecuente con esta noción trae como resultado una obra aparentemente irregular, que siempre será difícil de digerir por los circuitos convencionales del arte (sobre todo los cubanos), pues generalmente estos tratan de asumir productos más homogéneos y previsibles en a cuanto su presentación y uso de los medios. De esto se desprende por supuesto que soy un artista sin “estilo” (en el sentido clásico del término) y que me interesa más el arte como una experiencia que como una “carrera”.

En la pasada Bienal de la Habana mostraste una obra en la galería del Museo Habana Club que trabajaba desde una descomposición y/o recomposición de un texto, utilizando el lenguaje desde lo visual, he notado este enfoque en otras obras tuyas. ¿Me comentas al respecto?

El título de esa pieza es “El fragmento eliminado”; se basa en el uso que hace la literatura del signo: (…). Comúnmente puede observarse en citas que se hacen de otros autores a las cuales se les elimina un fragmento que sobra para los objetivos del que escribe. Me interesó jugar con este signo y darle un carácter de espacio incognito, un lugar que puede llenarse de cualquier sentido y que su aparición determina muchas veces el significado de la frase. Lo usé en esta pieza como una metáfora de las exclusiones arbitrarias que se realizan muchas veces en los relatos culturales y también como una marca del poder al erigirse como rector de que debe mostrarse y que no.
En concreto se trata de un video donde aparecen varias posibilidades graficas del signo (…), cambiando de estructura hasta convertirse en una imagen decorativa. Cada vez se va haciendo más ambiguo, ensanchando su significado ya de por sí incógnito. Este video está insertado en una cita que aparece sobre la pared de la galería. Al incluirlo en la cita, eliminando una parte de ella, la frase se vuelve enigmática y se espera que durante los cambios gráficos del signo se evidencie algún sentido que ya no será textual sino visual.
Siempre me han interesado las relaciones entre texto, lenguaje y cultura. Me parece que la manera en que hablamos determina la forma específica que adquiere el mundo. Como decía Castaneda, ¨el mundo es así como es porque hablamos entre nosotros mismos acerca de que es así como es¨. Por otra parte, la forma en que organizamos nuestros textos sobre cualquier cosa supone una estructura oculta que organiza el mundo de determinada manera. Una parte de mi trabajo ha estado dedicada a criticar la estructura del lenguaje cartesiano, occidental, ese que solo es capaz de tratar con cosas aisladas y no con las relaciones entre ellas (obras como ¨Diez días sin hablar¨, ¨Silenciador¨, etc.). La idea es imaginar a través del arte otras estructuras de lenguaje y como se dibujan otros mundos desde esas maquetas.

Sé que compraste un terreno en Marte, como lo confirmaba aquella obra tuya ¿Cuánto hay de cierto en esto? ¿Quieres vivir en Marte?

Se trata de un conjunto de piezas que realicé el año pasado y que toman al planeta Marte como referencia para tratar problemas como la anatomía de las patrias; la pertenencia cultural como un proceso arbitrario, no genético; y las dictaduras culturales como procesos no funcionales y esencialistas. Una de las piezas de esta serie, «Nueva patria para reposar», consistió en la donación al Cementerio de Colón de mi propiedad de un acre en el planeta Marte. Esta propiedad la adquirí en http://www.marshop.com, La embajada Lunar, empresa presidida por Denis Hope que se dedica a vender pedazos de la Luna, Marte y otros planetas. El objetivo de esta donación fue fundar, en el futuro, una sucursal del cementerio en este planeta. Un cementerio de cubanos en Marte. Con esta pieza quise problematizar las nociones de Patria-Nación; es decir, criticar la idea de que la pertenencia cultural es «genética». La pieza intenta relativizar las supuestas esencias o raíces que nos atan a un determinado pedazo de tierra. Escogí el cementerio como objeto de la donación, pues parece ser una maqueta de la patria en un sentido necrológico (frases como «quiero que me entierren en mi patria», etc.). Me interesaba también crear un paralelo entre la noción de propiedad cultural (en tanto propiedad simbólica) y la propiedad simbólica de un fragmento de un planeta.

Eres un artista que ha transitado por varias etapas del contexto visual cubano, desde finales de los 80, donde formabas parte del grupo Arte Calle, hasta la actualidad, ¿Cómo ves el devenir actual de las Artes Visuales Cubanas?

Creo que lo mejor que pudiera ocurrirle a eso que se llama arte cubano es desaparecer. Lo que no quiere decir que desaparezcan los artistas cubanos o se deje de producir obras en Cuba. Mas bien, se trata de dejar atrás la idea de que exista un arte cubano como si se tratara de un tabaco Cohiba; es decir, un producto exclusivo de marca nacional. Los vaivenes del arte cubano siempre han estado sujetos a lo que pase en el país a nivel político y económico. Las contradicciones del arte cubano son también las contradicciones de un sistema social cada vez más extraño. Solo confío, sin muchas esperanzas, que no se siga perpetuando la política oficial según la cual los artistas que más venden y más lamen son los únicos que existen realmente.

¿Cuáles son las tres cosas que más te divierten en el mundo y las tres que más aborreces?

Las tres cosas que más aborrezco son:
-la cara de Reynaldo Taladrid
-la cara de Randy Alonso
-el rostro de Rafael Serrano (Locutor del NTV)
Sobre las cosas que más me divierten me parece oportuno no hacer ningún comentario, porque algunas de ellas son ilegales.

¿Cuál es la pregunta más idiota que te han hecho –aparte de esta y la de arriba–?

-¿Por que eres así?

¿Por qué elegiste dedicarte a las artes visuales, una manifestación del arte que trabaja únicamente con imágenes, y aunque éstas valgan más que mil palabras como dice el dicho, pocos las comprenden, en otras palabras es un arte de élite?

Creo que hay pocas personas en el mundo que han tenido realmente la posibilidad de ELEGIR a que dedicarse. Generalmente lo que ocurre es una complicada trama de situaciones que nos llevan por un camino o por otro. En mi caso no es muy diferente; no creo que haya elegido dedicarme a las artes visuales, sino que sencillamente ocurrió así.
Aunque, como casi todos los artistas, en algunos momentos he tenido dudas y discusiones conmigo mismo acerca de la utilidad real del arte, me parece que constituye un espacio muy flexible para realizar experiencias que otros campos de la sociedad no permitirían. De cierto modo, el arte es una tierra sin ley.

¿Qué significa ser cubano que para ti?

No mucho. Ya sabemos que eso que se llama identidad no pasa de ser un hábito político que solo sirve para intentar encerrar culturalmente a un grupo humano. He llegado a sentir asco cada vez que escucho toda esa verborrea sobre ¨lo cubano¨, ¨lo propio¨, como si fuéramos una especie animal aparte. Lo mismo ocurre con el infeliz término ¨cubanía¨; deslizamiento verbal probablemente único en el mundo (nunca he escuchado que se hable de haitianía o francesanía). No sé que de bueno puede lograr una cultura encerrándose en una serie de clichés manidos y tratando continuamente de autodefinirse y separarse del resto del mundo (como si se intentara preservar virgen una vagina cultural). Para mí ser cubano no pasa de ser una condición geográfica.

¿Alguna vez te sentiste discriminado?

Muchos de los que hemos nacido en Cuba después de la revolución nos hemos sentido discriminados en alguna ocasión. Es curioso como un sistema que intentaba eliminar desigualdades solo pudo hacerlo implantando otras nuevas.

¿Crees que el Arte y la Literatura cambian el pensamiento del mundo?

Lo que realmente cambia el pensamiento del mundo son el hambre, las guerras, algún que otro invento tecnológico o catástrofes de diversa índole. El arte y la literatura solo sirven para apoyar o criticar una vez que esos cambios han ocurrido. Es una influencia débil para la sociedad que generalmente funciona de forma retrospectiva, muchos años después; cuando la sociedad mira hacia atrás y descubre que existió un libro, una idea o una obra que anunciaba o prefiguraba su presente. En este sentido el arte funciona como un gran archivo abierto dispuesto siempre a reconstrucciones y a nuevas lecturas.

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