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La china fuera de la Caja

Arte, Literatura, Cuba y todo lo demás…

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Internacionales

¿Qué piensan los jóvenes venezolanos?

 

Manifestante antigubernamental frente a oficina de la OEA en Caracas, 21 de marzo. (AP)

 

Los jóvenes, que han encabezado las actuales protestas tras 15 años de chavismo, han crecido viendo a Venezuela quebrarse económica, política y socialmente, pero a diferencia de los cubanos ⎯nacidos en dictadura⎯ , los venezolanos nacieron en democracia, sus padres la han vivido, como también una sociedad más abastecida, donde comprar un medicamento o un alimento básico no era una proeza. Tampoco la libertad de expresión estaba en peligro.

«Vamos a aprovechar lo poquito que nos queda de libertad antes de que Conatel censure el internet también», me dice María Betania Romero por correo. María tiene 23 años, se graduó de Comunicación Social, Mención Artes Audiovisuales, pero está desempleada. Vive en Ciudad Bolívar «porque en Caracas está muy complicada la situación».

«He notado el particular grado de humillación que existe en las colas para comprar comida. Somos una sociedad sin dignidad», escribe en Twitter Víctor Alejandro Burgos, caraqueño de 25 años. Abogado de profesión, lleva el blog El otro cuaderno. Textos suyos han aparecido en revistas literarias como Bonsái (México), Bibliomula (Venezuela) y Euritmia (México), entre otras.

Contactados ambos a través de las redes sociales, aceptaron compartir sus opiniones y testimonios de la situación actual en Venezuela.

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Latinoamérica se pudre con Maduro de presidente en Venezuela

Pese a las protestas masivas, los nueve muertos, los más de 250 detenidos, el rechazo de la oposición (que constituye la mitad del país), y pese a la auditoría anunciada por el Centro Nacional Electoral (CNE), Nicolás Maduro juró este pasado 19 de abril como nuevo presidente de Venezuela. A la ceremonia asistió la gran mayoría de líderes de América Latina y algunos mandatarios y representantes políticos de otras partes del mundo. Por supuesto, el dictador Raúl Castro como máximo aliado del chavismo, ¿ahora madurismo?.

«Lo juro por el pueblo de Venezuela, lo juro por la memoria eterna del comandante supremo que cumpliré y haré cumplir esta Constitución», dijo Maduro, con la Carta Magna en la mano izquierda, y me recordó a Corea del Norte, a esa tendencia tremebunda de magnificar hasta lo celestial a una figura política.  Seguir leyendo «Latinoamérica se pudre con Maduro de presidente en Venezuela»

¿Votar o no votar? Esa no es la cuestión

Este domingo son las elecciones generales en España, a unos le votarán y a otros los botarán… Y tú, español/a, decidirás eso. Sí, tú, porque por más que repitan algunos sectores de la sociedad española, ahora llamados indignados, que en este país hay una dictadura camuflada y comandada por los mercados, lo cierto es que aquí hay un sistema democrático, puede que demasiado joven -sufriendo la crisis de los treinta-, deficiente, quebrado por una crisis económica de carácter mundial, pero hay democracia y mañana los ciudadanos harán uso de ella definiendo con su voto quién gobernara España los próximos cuatro años. Seguir leyendo «¿Votar o no votar? Esa no es la cuestión»

El mundo despertó con un dictador menos

Fidel Castro es recibido por Muamar el Gadafi a su llegada a Libia en 1977. (EL MUNDO)
Fidel Castro es recibido por Muamar el Gadafi a su llegada a Libia en 1977. (EL MUNDO)

La de Libia es la primera guerra televisada que seguido desde el principio. Viniendo de Cuba, un país de espaldas a la información, no es de extrañar. Sumado a esto, las redes sociales como altavoces instantáneos que reproducen cada detalle en directo ⎯por desagradable que sea⎯ facilitó que casi al momento supiera de la muerte de Gadafi y viera su cara ensangrentada fotografiada con un móvil y distribuida por AFPSeguir leyendo «El mundo despertó con un dictador menos»

La Habana, tan lejos de El Cairo y de mí

Plaza Tahrir, El Cairo, Egipto. Feb. 12, 2011.
Plaza Tahrir, El Cairo, Egipto. Feb. 12, 2011.

Es domingo. Despierto pensando en Egipto. En Cuba. En que La Habana no es El Cairo. Ni la Plaza de la Liberación es la Plaza de la Revolución. Pero ambas ciudades son la cara y cruz de una misma moneda, este mundo.

Han pasado tres años desde que salí de La Habana. Un proscrito siempre cuenta el tiempo. Aunque no sepa para qué. Me desterró la Historia de mi país. Esa que dice Fidel Castro que lo “absolverá”, y que millones de cubanos esperamos que lo ADSORBA, como hoy la Historia de Egipto ha adsorbido a Hosni Mubarak.

Sí, ya sé. La Historia somos nosotros, la hacemos los hombres, la hace un país hecho como un puzzle por todos sus ciudadanos.

Cuba es un rompecabezas dislocado por el mundo. Cada pieza, un cubano que se ha ido, un cubano preso en la Isla, un cubano que despertó sin país. Cuba, una chica burbuja a la que nadie se acerca. Una metáfora olvidada en el mar Caribe. Las cuatro letras de mi desvelo.

Tres años después sigo padeciendo grafomanía. Trato de buscar(me) en las palabras y encontrar(me) en las respuestas. Pero ¿cómo evitar que el pensamiento te lleve a ver visiones, a desear, a soñar con los ojos abiertos?

Sobre la imagen feliz de los egipcios superpongo la de los cubanos. Deseo ver un país celebrando en el malecón. Deseo ser parte de un momento. Deseo que podamos llegar a él con la integridad, la fortaleza y determinación de los egipcios. Una petición contundente y clara. Irrevocable. Una petición unánime. Sin violencia.

Pero no somos así.

Quisieron imponernos ser unánimes a la fuerza. Unos simularon aprender, otros se negaron y otros aprendieron. El cubano no se pone de acuerdo. Es una isla en sí mismo. Está solo. Odia al vecino, al del CDR, a la policía, al jefe, al pariente que se fue y le manda poco dinero, al amigo que ya no le escribe, al que le escribe para contarle lo bien que le va; ódiense los unos a los otros, es un subtexto castrista.

Una nación se construye desde la unanimidad de sus ciudadanos para cambiar juntos la Historia. Pero desde ti, desde mí, desde cada uno. Nadie puede arrancarte una convicción del pensamiento. Como la fe no se ahoga por un día olvidado de Dios.

Como un bolero, tan pobre que otra cosa puedo dar, sólo tengo convicción y fe. Cuba será libre, y yo veré la barba del dictador arder. Y a su hermano correr. Inútilmente.

Cuento el tiempo porque algún día regresaré a La Habana.

Pensar en Haití

Hace un mes y una semana que la tierra tembló en Haití recolocando a ese pequeño y relegado país en el mapa de nuestros ojos. Recuerdo esa noche. Mi preocupación inicial era la alerta de tsunami para Cuba. Trabajábamos en redacción virtual para no perder detalle de lo que estaba pasando. Afortunadamente el agua no llegó a las costas cubanas con intensidad. Seguir leyendo «Pensar en Haití»

La moda del mal gusto político

Hace días Time dio a conocer los resultados del Top 10 de los gobernantes mundiales peor vestidos en la que ocupaban puestos claves Pinochet, Morales, Castro y Chávez ¿Por qué hay tantos mandatarios de América Latina entre los peor vestidos? (Por pobres seguramente no).

Y algunos dirán: Vaya tema superficial, qué más da cómo se vistan o se dejen de vestir… El tema de la indumentaria o «la moda» suele ser asociado con la frivolidad aunque todos solemos ir vestidos por la vida y a muchos nos gusta escoger con mimo cada prenda que vamos a usar. Lo de «la belleza está en el interior» ¿alguien se lo cree realmente? Quizá si lo dice un invidente cobre real sentido, pero los que vemos para creer como modo de descubrir el mundo sabemos que lo que no entra por los ojos…

Aunque no sea suficiente con el cascarón, vista hace fe. Nuestro aspecto dice de nosotros, nuestros rasgos faciales, el peinado, la elección (o no) de nuestra vestimenta, la imagen es un eco visual de cómo somos. (No lo he leído en ninguna revista del corazón, pero seguro vendrá en muchas como preámbulo para vender la última tendencia, no se preocupen, no voy a venderles nada…).

Cuando llegué a España tenía el temor de sentirme mal vestida entre la multitud que pululaba por el kilómetro cero de Madrid, para mi sorpresa me confundí fácilmente entre la gente; en La Habana tuvieron esa misma impresión al ver la foto que les envié, (no estaban las topmodels frente a la Puerta del Sol, lástima). Ciertamente en Madrid hay de todo, exóticas mujeres supermaquilladas, góticos y emos salidos de los cómic más impensables, las típicas chicas de temporada con peinado bolso balerinas argollas iguales, los emigrantes que aportan su estilo según la región (desde saris hasta ponchos) y la gente que se viste como puede, que a veces está muy lejos de ser «como quiere».

En Cuba el fenómeno de «vestir como puedas» es el pan nuestro de cada día. Con salarios de 400 pesos cubanos, 16 CUC al mes (unos 12 euros) es imposible que un cubano de a pie se compre ropa en las tiendas cuando un pantalón puede costar más de un mes de trabajo y un par de zapatos dos. Aún así hay tiendas de Adidas y a los cubanos les encantan las marcas. Yo deseaba cuando vivía en La Habana que mi madre me comprará unos Converse, con mi ingenuidad hacia el mundo del consumo desconocía que unos «simples tenis» podían costar hasta 80 euros. Tuve que conformarme con imitaciones, con vestir lo que buenamente ella me pudo regalar. El ciclo se repite, mis amigas heredaron mi ropa cuando me fui de la Isla, yo los abrigos de otros cuando llegué a España. ¿Se puede entonces juzgar a alguien por su ropa?

Definitivamente sí. Incluso cuando no podemos elegir esa condición está dando otro signo sobre nosotros. Por eso a veces juzgar a la ligera puede ser fatal. Por eso es imperdonable el mal gusto cuando se puede elegir. Por eso molesta que algunos hagan de la indumentaria otro modo de adoctrinamiento. Odiaré para siempre los uniformes azules del preuniversitario (que pronto, espero, desaparezcan). Guardaré sin remedio mi pañoleta roja como una cicatriz de infancia. Recordaré que mi primer jeans costó 1 700 pesos cubanos en la inflación de los noventa (fui de las pocas privilegiadas que lo pudo comprar, pero qué feo era tan abombachado). Sabré lo que cuesta ganar cada euro que hoy me logre gastar, pero me quedo tan a gusto cuando puedo elegir, hasta donde el bolsillo deja, pero elegir.

Por eso me resultan tan penosos esos políticos que en su afán populista visten ridículas imitaciones de la indumentaria del vulgo, traje tipo inspector de mosquitos, pero con etiqueta Armani, chandal con la marca del «enemigo» bien estampada, eso sí los colores patrios siempre presentes; el rojo para encandilar la vista con un comunismo trasnochado y mal vestido que hay que tener muy mal gusto para secundarlo. Y lamentablemente esa moda se está extendiendo por Latinoamérica. Hace falta un sastre urgente.

Para los que no pudimos votar en Time (y reírnos del mal gusto político siempre hay segunda vuelta), y estos los resultados:

Hugo Chávez

Hugo Chávez, por Venezuela, el hombre monocromático, su estilo más afocante.

Fidel Castro

Fidel Castro, por Cuba, del verde olivo al chandal, pero Adidas forever.

Evo Morales

Evo Morales, por Bolivia, para que nadie niegue que es boliviano de pura cepa.

Manuel Zelaya

Manuel Zelaya, por Honduras, este vaquero con mostacho promete…

Fernando Lugo

Fernando Lugo, por Paraguay, es un modelo latinoamericano en toda regla.

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