Un borracho-homicida frustrado, una suicida que pone canciones por teléfono, un escritor condenado por su obra, poemas leídos por un muerto, un padre que pierde lo que más quiere, amores que matan y muertos en vida, enfermedades como sentencias, víctimas que toman un trago junto a su asesino; La Habana que fallece un poco en cada historia, ciudad-escenario de algunos de los 17 relatos de mi próximo libro, Amor se escribe con M de muerte, donde la muerte es el personaje principal… ¿O lo es el amor?

Los obreros fotografiados en Lunch atop a Skyscraper están sentados sobre nuestras cabezas. Vemos colgar sus pies desgastados, caen migajas de su almuerzo sobre nuestro pelo. La algarabía de sus voces se filtra por el cable telefónico y llega al otro lado de la ficción, de lo alto del Rockefeller Center de Nueva York, en 1932, a la plaza Dos de Mayo de Madrid, en 2013, y vuelven a cruzar el océano hasta cualquier punto de Cuba.
Es domingo. Estoy en el locutorio a donde vienen los cubanos porque sale más barato llamar a la Isla: 0,45 céntimos de euro frente al euro con veinte centavos de cualquier operador. Uno de los destinos telefónicos más caros del mundo. La isla incomunicada. Llamar a Cuba es como llamar a otro planeta. El locutorio lo llevan dos pakistaníes. Henry ha bromeado con ellos diciéndoles que son terroristas. Los pakistaníes sonríen. Ya nos conocen de venir tantos años. A veces les dejamos propina. Seguir leyendo «Cabinas telefónicas bajo un mar de silencios»

Me llegan ecos tristes desde La Habana. Una buena escritora y amiga ha muerto. Enseguida su sonrisa viene a mi memoria. Las últimas veces que nos vimos, hace ya casi diez años. La certeza de que nunca se sabe cuando es la última vez.
Yo pensaba que estas cosas aún no me tocaban. Ver desaparecer físicamente a mis amigos.
No nos acostumbramos a la muerte porque somos adictos a la vida. Seguir leyendo «Nos toca pensar en Evelyn»

La soledad: esa joven que empieza a dejar de serlo. Esa muchacha envejecida y rodeada de gatos. Esa soltera rabiosa. Ese amante del silencio. Ese ermitaño de ciudad que no sale de su habitación y come galletas frente al ordenador como si no hubiera mañana. Seguir leyendo «Otra(s) soledad(es)»

La literatura cubana joven, esa gran desconocida, tiene una puerta abierta por estos días en internet. La revista digital Sampsonia Way, editada por City of Asylum, en Pittsburgh, publica Nuevarrativa cubana, una antología de escritores cubanos emergentes.
El dossier aglutina 16 cuentos, compilados y prologados por el escritor, bloguero y fotógrafo cubano Orlando Luis Pardo Lazo, que están acompañados por ilustraciones del grafitero Danilo Maldonado (El Sexto) y el pintor Luis Trápaga.
Con textos de Abel Fernández-Larrea, Ahmel Echevarría Peré, Carlos Esquivel, Erick Mota, Gleyvis Coro Montanet, Jhortensia Espineta, Jorge Alberto Aguiar Díaz, Jorge Enrique Lage, Lia Villares, Lien Carrazana, Lizabel Mónica, Michel Encinosa Fú, Orlando Luis Pardo Lazo, Osdany Morales, Polina Martínez Shviétsova y Raúl Flores, este proyecto no junta a sus miembros por edad sino por el año en que empiezan a publicar y/o escribir. Seguir leyendo «Nueva literatura cubana, esa chica desconocida»
La felicidad es una droga y su efecto dura muy poco. Lo que dura un orgasmo, un viaje de verano, la buena cena, el enamoramiento. La felicidad es una droga que no vende nadie, se compone de pequeñas esquirlas de otras drogas, que se pueden comprar o no, pero no garantizan su efecto inmediato Seguir leyendo «Consejos de adicto»
Hoy me siento con ganas de un relato porno, de esos que parecen normalitos y luego te explotan en el sexo como una granada. Cuestión de segundos. Sube ese olor intenso a libido por encima de la ropa, se mojan los labios, la polla se pone en guardia, soldadito dedicado: morir por follar es vivir. Seguir leyendo «Conflicto político entre una polla y un coño»
Una casa donde una mujer no llene de luces con su voz las paredes, los rincones entre mueble y mueble, una casa donde una mujer no baile dibujando felicidad en el suelo, donde su danza no construya destellos eróticos, sombras que invitan a recorrer sus caderas, carreteras al sexo, su sexo. Una casa donde no exista el eco de una mujer tarareando una canción, abriendo ventanas donde antes hubo un muro gris. Seguir leyendo «La importancia de una mujer cantando»
Escribamos una negación.
Tú y yo masturbándonos.
Uno frente al otro.
Sin tocarnos.
Mirándonos.
Escribamos una historia donde neguemos que queremos sentirnos.
«No me folles, no me folles, no me folles». Seguir leyendo «La negación»
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