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La china fuera de la Caja

Arte, Literatura, Cuba y todo lo demás…

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Muñequita

Dolly, (no) cry

Muñequita sin ropas y acostada. Una música tristísima se deja caer a través de la radio. Se escurre por las bocinas como lágrimas. Siempre lágrimas.

Érase una vez una muñeca que lloraba sin parar. Una muñeca que estaba prisionera dentro de su propio cuerpo. Los sentimientos no podían salir y ella quería gotearlos como si los ojos fueran nubes, plomizas nubes de otoño. Seguir leyendo «Dolly, (no) cry»

La Patria

A la edad de doce años Muñequita sabía que el mundo era un lugar grande, complejo, que Amada, su madre querida, no era una burguesa adinerada que podía satisfacer todos los gustos de la caprichosa niña. Amada era sólo una trabajadora de un país en Revolución.

País, las islas no deberían ser llamadas país.

Patria: tú deberías ser mi patria, pero un hombre no puede ser el país de una mujer ni de nadie, un hombre es sólo el país de sí mismo. Un hombre sólo puede amar y construir una casa sobre la patria que cada uno es.

Yo soy mi propio país. Isla-mujer con soledad de límites. Litoral que me distingue de este océano humano.

De la serie ‘El libro de Muñequita’, en proceso. Lien Carrazana Lau. 2008.

Sobre los secretos y el pudor


Hay cosas que nunca diremos, pero nos morimos de ganas por decirlas. Como si revelarnos fuera dar fe de nuestra existencia. Diariamente. Por eso miles, centenares, millones de personas ahora mismo escriben sus biografías instantáneas en el ciberespacio. Atestan la web con sus blogs-diarios donde cuentan y recuentan el tiempo hora tras hora, sin pudor del silencio.

Intentan construir una visión nueva de sí mismos, porque nadie escribe nunca la verdad, ni siquiera la propia. Toda verdad subyace en el terreno de lo inmediato, eso piensa Muñequita, para quien la verdad es lo incontable, lo que no se puede llevar a la literatura ni al arte, lo que nadie puede osar tocar con la punta de la lengua. La verdad es un secreto. El silencio es su custodio fiel, su amante a sueldo, su verdugo piadoso.

En realidad no nos hace falta la verdad. Sería la perdida de esa sensación unitaria de consabida diferencia, ese ahínco en ser distintos, en expresar y reescribir nuestras vidas como si fueran obras de teatro magistrales.

Con la verdad se terminarían los epistolarios, las conferencias, las novelas, la prensa y los versos. El mundo prescindiría de tantas cosas que lo hacen imperfecto y maravilloso, que sería una pena, una verdadera pena vivir. Más de lo que es ahora, te lo aseguro, sentencia Muñequita en su diario, con fecha y hora, para la posteridad, escribe maliciosa.

 

 

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De la serie ‘El libro de Muñequita’, en proceso. Lien Carrazana Lau. 2008.

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