Por más que intentes buscar un trabajo, una profesión que trace tu destino, por más que te mires y quieras proyectar tu sombra a lo largo de los años, ahora, ahora que tienes tiempo de elegir, ¿en verdad tienes tiempo?, ¿en verdad puedes elegir? A la larga, por mucho que queramos forzar las riendas de nuestro destino, no somos dueños de nada, ni de este cuerpo que se enferma, que se muere sin permiso un día, que se acobarda, que sufre. Elegimos un color para las paredes, pero no elegimos las paredes del cuarto de alquiler que es esta existencia. Ni nuestro cuerpo, ni nuestro nombre, ni nuestra patria, no elegimos ser, sólo nos queda la suerte de moldear lo mejor posible esta vida que nos tocó.