
El mar para los cubanos es libertad y cementerio
Hace 20 años, un día como hoy, 37 personas que querían ser libres terminaron asesinadas en el mar a manos de quien debía protegerlos: su propio gobierno.
El Remolcador 13 de Marzo, la embarcación en la que escapaban de la Isla, fue hundida impunemente por trabajadores del puerto de La Habana bajo las órdenes del régimen castrista. Por cubanos como ellos. Que luego fueron tratados de «héroes» por la dictadura.
Siempre habrá quien cuestione a esas personas que tomaron la decisión de salir de Cuba en una embarcación (como si no fuera un medio natural de transporte viviendo en una isla). Pero quienes lo hacen, no sólo son unos desalmados, sino también ignorantes; como cuentan los sobrevivientes, el Remolcador 13 de Marzo estaba en buenas condiciones, era una embarcación con casco de madera, pero estaba recién reparada y poseía un motor nuevo. Lo que sí es incuestionable es que la reacción del régimen cubano fue totalmente desproporcionada.
Es muy difícil defender a un gobierno que ha mandado a matar a sus propios ciudadanos, niños incluidos, por el simple hecho de robar una embarcación e intentar huir con ella de la Isla.
Han pasado 20 años del triste crimen del Remolcador 13 de Marzo, y todavía los cubanos siguen lanzándose al mar detrás de cantos de sirenas que susurran: libertad. Porque por muchas «reformas migratorias» que el régimen haga, lo que en Cuba se necesita reformar no es la emigración, es el sistema.
Mientras exista dictadura, mientras no tengamos democracia ni derechos, el mar seguirá marcando nuestro límite: entre la libertad y la muerte, pero seguiremos sin una patria verdadera.
Nadie escarmienta por cabeza de balsero ajena
Fidel Castro no consiguió matar a todos los pasajeros del Remolcador 13 de Marzo. Le salió mal el crimen. Un barco mercante griego ⎯como metáfora flotante, salvavidas de la democracia⎯ apareció en las cercanías a la espera de entrar a La Habana.
Sobrevivieron 31 testigos de las atrocidades que la dictadura es capaz de cometer para dar escarmiento a los futuros «desertores». Pero no sirvió de mucho. Después vino el éxodo de 1994, la crisis de los balseros que terminó con el traslado de más de 32 mil cubanos a la Base Naval de Guantánamo, a la espera de ser acogidos en Estados Unidos.
El goteo no ha cesado hasta hoy. Tres jóvenes fueron sentenciados a muerte y fusilados en 2003 por robar una embarcación del transporte público, la lanchita de Regla; sin haber matado a nadie, sin llegar a salir de aguas cubanas, solamente por intentar huir de la dictadura más larga del hemisferio occidental. Les quitaron la vida. No hay justificación posible para semejante condena.
Y ahora quieren camuflar de «apertura» la aniquilación de un absurdo «permiso de salida-entrada» que nunca debió existir, pero a cambio existe la «habilitación de pasaporte» sin la cual no es posible entrar a la Isla.
En resumen, el régimen sigue tomándose el derecho de decidir quien puede entrar y salir de Cuba. La Isla sigue siendo una cárcel, pero con grandes rejas abiertas. Y te dicen que las rejas son «para tu protección». Por eso las pagas tú. Pasaporte y trámites encarecidos mediante.
http://instagram.com/p/qXfvOBRGmb/
A veces se trata de aprender a recordar
Hay varias generaciones de cubanos que viven en la ignorancia. Sí, no nos ofendamos. Vivimos en la ignorancia. Me incluyo. Somos los hombres nuevos. Pero no somos todos iguales. No somos todos incultos. Amorales. Apolíticos. Asociales. Algunos sabemos el valor de la libertad. De vivir de lo que eres capaz de conseguir si te esfuerzas.
Ese 13 de julio de 1994 yo apenas tenía 13 años, y no vivía en La Habana, me apena confesar que no supe de este crimen hasta que salí de Cuba. El mejor mecanismo represivo de la dictadura castrista es la desinformación, la desmemoria, la ausencia, la mentira, la reescritura de la historia. «Ojos que no ven, corazón que no siente», y sociedad que no se rebela.
Uno no puede olvidar lo que no sabe. Primero necesitamos saber. Saber que la historia tiene otra cara. Entender que la libertad es cosa nuestra, y lo nuestro se conjuga en plural.
Necesitamos volver a creernos cubanos. Que disentir no sea asocial por marginalización estatal. Y el que no tiene miedo, que enseñe a otro a no temblar. Que las madres cubanas no sigan perdiendo hijos en el mar. Que deseemos ser libres como colectivo. Porque, cuando eres cubano, a esa libertad está atada la individual.
Cuba siempre será nuestra aunque renunciamos a ella. El país siempre estará esperándonos. Sólo necesitamos querer ser mejores cubanos que ahora. Cubanos libres. En memoria a todos los que no pudieron.
‘Han pasado 20 años y no lo olvido, no puedo perdonar’, dice María Victoria García, sobreviviente del hundimiento del Remolcador 13 de Marzo, quien perdió a su hijo menor y a 14 familiares en el suceso.
Deja una respuesta